Dale la patada

¡Lunátic@s! Resulta que a veces en la vida te cruzas con gente mala, malísima. Pero claro, en un primer momento tú no lo sabes, así que le das todo tu ser enterito porque crees que son buenísimas personas, y de repente llega el jarro de agua fría y con él los lloros, las tristezas, los «yo no tengo hambre», los «qué idiota soy», los «me quiero morir» y un sinfín de sentimientos y preguntas que hacen que nos sintamos la mayor mierda del mundo entero.

Esto puede suceder en unos meses o en unos años, o incluso en una vida casi entera. Y por desgracia, el tiempo no es inversamente proporcional al desengaño. Este último siempre es terrible, haya pasado el tiempo que haya pasado. Cuando a mí me ocurre me siento tal cual os explicaba e intento solucionarlo lo antes posible. Tengo cerca gente que me apoya y ayuda y eso es fantástico, pero cuando veo que le ocurre a alguien muy cercano y no da salido, siento mucha impotencia y pena, porque sé exactamente qué se siente, cómo aprieta el pecho la decepción, cómo revuelve las tripas la tristeza y cómo un miedo extraño hace que no puedas moverte.

Así que, a ti, amiga, que estás cansada como tú bien dices, que ya estás harta de sentirse así, te digo que lo vas a conseguir, lo sé, estás en el camino, nadie dijo que fuera fácil, ni corto. Es una carrera de fondo y tú eres una excelente deportista. No te sientas mal, no es tu culpa, no lo es en absoluto, no dejes que nadie te haga creer eso, el que lo hace no te quiere, el que te pide que cambies toda tu esencia no te quiere, el que te arranca más lágrimas que sonrisas no te quiere, el que te miente no merece tenerte a su lado. Da igual que sea un amig@, un novi@, un marido o una esposa o el vecino del quinto, nadie puede impedir que te quieras mucho. Nadie puede hacer que llegues a cuestionarte tu manera de ser y vivir, que te separes de los tuyos, que dejes tus aficiones, que tengas miedo a expresarte, que pienses que estás tarada de la cabeza… NADIE.

Cuando esto ocurra dale la patada, bien fuerte, bien lejos, aunque te duela a ti más que a nadie, la mierda fuera, lejos y la sonrisa puesta siempre. Mira hacia delante y hacia los lados, ahí estamos los que caminamos contigo desde siempre, los que no te juzgamos, los que sólo queremos verte feliz. A por todas, sé que lo vas a conseguir.

Primavera

Siempre se ha dicho que la primavera es una estación preciosa, los árboles florecen, los pajaritos cantan, las nubes se levantan…Una mierda seca.


El primer síntoma que provoca la primavera en mí es un cansancio letal nada más levantarme de la cama que hace que me arrastre durante todo el día, con una especie de nube-zumbido en la cabeza que no me deja pensar en otra cosa más que en desmayarme en cualquier esquina.


Después siempre está el clásico “me pica todo”. Ronchas y más ronchas en la cara, el escote, la barriga, los brazos y ese constante aspecto de simio piojoso rasca que rasca.


Otra cosa que no puede faltar es el goteo de agüilla de mi nariz, moqueando seguido que me dan ganas de meterme dos tampax en cada agujero y ala, a seguir con mi rutina.


¿Y el llorar constante de los ojos, rojos e hinchados como balones? Y venga a rascar y eso que va a más y a más y rasca y suena y pica….y así sucesivamente, con la sombra de ojos toda esparcida más tipo Kiss que otra cosa…

Además suele empezar a hacer calor, así que hay que usar manga corta y me veo así, blaaaaaaaaaanca a ronchas rojas tipo bandera china y sólo tengo ganas de meterme en cama y no despertame hasta Octubre. Porque yo sí estoy blanca, después del invierno estoy blanca como la leche hasta que empiezo a coger algo de colorcillo allá a mediados finales de Agosto… No como la gente que no sé cómo demonios hace que asoma un rayo de sol y ya sacan a relucir toda la colección primavera-verano del corte inglés con sus bronceados, manipedis, hidrataciones y depilaciones impolutas… ¿Sólo a mí me coge de sorpresa el buen tiempo, por dios?

De verdad os lo digo, lo único cierto de la primavera es que la sangre altera, al menos la mía, que me da ganas de asesinar de manera constante.

 

Soy creyente

El otro día estaba tomando un café con unas compañeras y de repente una de ellas me preguntó si yo soy creyente. En un primer momento mi cabeza no dudó y enseguida iba a responderle que no, pero luego me quedé pensando y la verdad es que sí lo soy, todos lo somos un poco, ¿no? Os diré en que creo yo:
1- Creo en mí, eso de primero, para poder llevar a cabo cualquier cosa lo más importante es creer en uno mismo.

 
2- Creo en la amistad, no hace falta estar pegados siempre, cuando por circunstancias varias no ves a alguien durante un tiempo pero descuelgas el teléfono y parece que ayer mismo habéis pasado la tarde juntos, eso es amistad. Es la magia de saber que esa persona siempre está aunque no la veamos tanto como nos gustaría.

 
3- Creo en las buenas personas, hay pocas, yo tengo la suerte de tener alguna cerca y compartir mi vida con ellas.

 
4- Creo en el amor, no en el perfecto, ese no existe, sino en el verdadero. En el que tenemos tú y yo.

 
5- Creo en el esfuerzo, si luchas todo es posible, no hay milagros pero sí trabajo.

 
6- Creo en los valientes, me gusta la gente que se atreve a dar la cara, a decir cosas que quizá te lastimen pero lo hacen a sabiendas que te ayudarán.

 
7- Creo en la humildad, da igual si tienes/sabes mucho, poco o a medias, saber ser humilde me parece fundamental. No me gustan los prepotentes, los que no dejan hablar ni los que no saben escuchar.

 
8- Creo en la ilusión, a esto último me han enseñado hace poco, pero es una buena creencia. Ilusionarse hasta con una tableta de chocolate como tú siempre dices, hace que pases muchos momentos bueno a lo largo de la vida.

 
9- Creo en las sonrisas, me parece que son más reparadoras que cualquier crema que nos cueste un riñón.

 
10- Creo en los abrazos, yo tengo unos que te ponen a salvo de todo lo malo, buscad seguro que encontráis quien os los dé y a quien dárselos.

Cumpleaños feliz

A ti que no te gusta cumplir años porque para ti no es agradable por motivos varios, unas cositas te tengo que decir:

Cumplir años es fantástico porque estamos vivos, celebramos la vida, LA NUESTRA y lo cierto es que deberíamos hacerlo todos los días, no sólo una fecha señalada, pero no está de más que ese día sea más especial que otro. ¿Quieres que te diga por qué? Porque cuando hacemos balance de nuestras vidas lo más importante no es “qué tenemos” sino quiénes somos, quiénes hemos sido siempre; y saber que somos buenas personas y honrados ya es suficiente motivo de celebración, ¿no crees? Saber que si un día estamos chof tenemos a alguien a quien contárselo es la más grande de todas las riquezas. Tener la conciencia tranquila porque siempre hemos actuado correctamente no es algo que todo el mundo pueda decir y eso es motivo de orgullo; pensar en momentos o situaciones que te arranquen una sonrisa es rejuvenecer sin necesidad de gastarse un dineral en cremas. Darse cuenta que somos humanos y quizá algún día hemos metido la pata, reconocerlo y saber pedir perdón es la mejor fortuna que podemos tener.

A ti que no te gusta cumplir años te digo que los cumplas con la cabeza bien alta porque eres una persona diez, y no dejes que nadie te diga lo contrario, quiérete y valórate por encima de todo.

Celebra cada día la vida, corrige lo que no te guste porque la vida es de cada uno, la moldeamos a nuestro gusto, nadie debe hacerlo por nosotros porque cuando esto ocurre dejamos de ser nosotros mismos y entonces ya nada tiene sentido. Nunca pierdas tu esencia, es lo más bonito que has tenido siempre.


 

10 cosas que debes hacer

  1. Tómate un baño caliente y largo el día que más cansad@ llegues a casa.

 

2. Úntate potingues para todo y deléitate en ese untar toooodo lo que puedas.

 

3. Prepárate tu comida favorita con todo lujo de detalles, como de estrella michelín, vamos.

 

4. Lee, mucho, todo el tiempo, es magia.

 

5. Escucha tu canción favorita una y otra vez y cántala a voz en grito.

 

6. Baila, sól@, acompañad@, pero baila.

 

7. Abraza, fuerte como si el tiempo se parase.

 

8. Sonríe, todo lo que puedas y a quien tú quieras.

 

9. Llora, de alegría, de tristeza, de emoción, de confusión, pero no lo guardes.

 

10. Quiere, a los tuyos, a los que lo merecen pero sobre todo y de primero, a ti mism@.

Y entonces llegó el carnaval.

¡¡Bueno Lunáticos!! Ya está aquí el carnaval, una de mis fechas favoritas desde niña. Recuerdo que siempre los esperaba ansiosa, mi madre se deslomaba viva para que tuviese el disfraz que más deseaba y yo vivía esos días como en una auténtica nube, me llevaba y traía a desfiles y eventos varios y se esforzaba porque siempre pudiera disfrutar a tope aunque a ella no le gustaran nada.

 

 

Hoy soy yo la madre y ME CAGO EN LOS CARNAVALES Y LA MADRE QUE LOS PARIÓ. No sé si alguna vez os he dicho lo terriblemente mal que se me dan las manualidades y demás trapalladas que se nos exigen a las madres, como si el día que pares además del bebé te entregaran el certificado de “Técnica en costura, corta-pega, patronaje y creación de atuendos para eventos escolares múltiples”. Pero esto parece que da igual porque la gente no lo entiende. De repente llegas a buscar a tu Lunático al cole a mediodía y te encuentras una nota que dice que mañana todos los niños tienen que venir ataviados con, qué sé yo… ¡Tornillos! La nota concretamente dice “Dejad volar vuestra imaginación y sorprendernos con vuestra creación”.

 


Mira, una cosa os digo: llego a mi casa a las 14.15 y me tengo que marchar a las 15.30, regresaré de nuevo a las 19,30 para preparar ducha, cena etc. ¿Sabes lo que dice mi imaginación que haga con un puñetero tornillo? Mejor no lo escribo. Pero creo que todos lo imagináis. ¿Qué pasa? Que mi Lunático, a sus 5 años y 5 meses ya ha aprendido a leer. ¿Qué maravilloso, verdad? ¡¡Qué orgullo!! Y UNA MIERDA. Antes no leía los papelitos y si se despistaba alguna manualidad de la muerte, pues oye, quedaba sin hacer. Pero es que ahora sale a voz en grito con el papelito en la mano diciendo: ¡¡mamáaaaaaaaaa, hay que hacer muchos tornillos con goma eva y pegarlos por la ropa, hacer una corona y joyas con tornillos!!

 


Qué guay hijo, qué fantástico y maravilloso todo. No se me ocurre mejor plan para hacer cuando logre sentarme en el sofá a las 22,30h de la noche. Palmas con las orejas estoy dando.

 

 

Así que nada, mientras mi Lunático está en su actividad yo me recorro media ciudad para comprar todos los bártulos necesarios para hacer nuestra “maravillosa creación”, me veo algún tutorial en el que todo es súper sencillo y cuando al fin me pongo manos a la obra descubro que son las 22,30h de la noche y me he olvidado de comprar el puñetero pegamento. Bueno, no pasa nada, hay un tutorial genial en donde explican cómo hacerlo con patata y oye que menos tóxico para el niño, qué buena madre soy, madre mía, me beso yo misma. Lo que se olvidaron de decir es que el pegamento hecho con patata pega lo que viene siendo UNA MIERDA Y MEDIA. Así que mi pobre Lunático acaba con trozos de goma eva por toda la ropa, grapados, pero no con la clásica grapadora pequeñita, no, con una grapadora industrial que es lo que tenía a mano cuyas grapas son más grandes que los dichosos tornillos de goma eva.

 

 

Así que nada, como os comentaba, disfrutando a tope de estas preciosas fechas y deseando que sea miércoles de ceniza, que a este ritmo igual mato a alguien y tenemos que adelantarlo a este mismo viernes.

 

Agenda

Bueno Lunáticos, yo no sé si es cosa solo mía o a vosotros también os pasa, me
encantaría saberlo, la verdad, porque a veces me siento bicho raro. Y es que yo tengo una agenda, supongo que como la mayoría de las personas, y la utilizo desde hace muuuchos años (no la misma, a ver si me entendéis, que hasta ahí llego) pero no soy capaz de darle el uso correcto…


Yo tengo la agenda para apuntar las cositas y no olvidarlas, evidentemente. ¿Qué pasa? Que muchas veces me olvido de apuntarlas, así que abro la agenda y hay varios días en blanco totalmente. No siempre me olvido de apuntarlas, muchas otras veces me acuerdo, pero de lo que me olvido en esta ocasión es de leer la agenda.


Hay días en los que me corono y salgo a la calle sabiendo que he apuntado las tareas y acordándome de consultarlas, pero… Oh, sorpresa, cuando echo la mano al bolso y me pongo a rebuscar para ver cuáles eran, me doy cuenta de que en esta ocasión lo que he olvidado ha sido la propia agenda dentro de otro bolso, ¡Joderrrr!.


Pero bueno, no siempre soy así, a veces he apuntado la tarea, he metido la agenda en el bolso y me he acordado de que puedo consultarla. Entonces mi cerebro, que va así, como muy a lo suyo, decide acordarse a la perfección de qué era exactamente lo que tenía que hacer, por lo que no tengo ninguna necesidad de leerlo. Aunque por mis narices lo hago igual.


Al final acabo utilizando la agenda para todo menos para lo que hace falta, de verdad, que si le arranco un trozo de hoja para tirar un chicle, que si ocupo del día 1 al 18 escribiendo una entrada que me acaba de venir a la mente, que si me hace de atril para el móvil, que si mi Lunático hace un dibujo en otras ocho páginas…


Desde luego que este año ya lo dejaré pasar, pero para el próximo, mi principal propósito será leerme el “Manual del buen uso de la agenda: cómo sacar el máximo partido a tu tiempo” . De hecho lo voy a apuntar ya en la mía, que luego se me pasa….

 

Cuenta atrás

Lunáticos, hoy me gustaría compartir con vosotros una cosita más personal. Y es que falta muy, muy poquito para que llegue un nuevo miembro a nuestra familia. MI SOBRINO. Madre mía, quien me iba a decir a mí, después de pasar por un embarazo y un parto, que me iba a poner nerviosa por conocerte… Pero así es, cuento los días para ver tu carita y no paro de imaginar ese momento en el que nos conoceremos. Irremediablemente me hago la misma pregunta que cuando esperaba por mi Lunático… ¡¿Y si me ve y le caigo mal?! ¡Espero que no ocurra!

Me gustaría decirte muchas cosas, aunque sé que no entenderás ni la mitad, o sí… Quién sabe. Eres un niño muy afortunado porque tienes unos papás que te esperan muy ilusionados, cuando veo sus caras veo la alegría, el miedo, la emoción de no saber qué va a pasar, cómo va a ser todo… Pero yo sé que lo harán muy bien porque sino no tendrían todos esos sentimientos ni ese brillo en sus ojos cuando hablan de ti.

Hoy he visto toda tu ropita doblada y colocada en los cajones, tus juguetes, tu sillita… ¡Qué emoción, qué chiquitín vas a ser y a la vez qué alegría tan enorme nos traes!

Tu primo te espera terriblemente ansioso, pregunta muchas cosas sobre ti y no le llega el momento de darte un “colito”, pregunta una y otra vez si le dejarán cogerte en brazos y enumera todas las cosas que te quiere enseñar, que ya te adelanto, son muchíiiiiisimas, desde deportes varios hasta inventos, lecturas y demás.

De la vida, ¿Por qué no? También te diré algo, algo simple pero que a veces se nos olvida: que la disfrutes, que es preciosa. Te traiga lo que te traiga agárralo, exprímelo y saca lo mejor de cada momento, en cada experiencia, incluso en las peores hay un aprendizaje que nos hace crecer como personas y sé que tus papás te lo transmitirán y crecerás feliz y libre y eso, querido sobri, son las mejores armas que puedes utilizar.

Aprende a escuchar y a no callar, no guardes tus sentimientos, compártelos siempre que lo necesites, una vez más te digo que tus papás siempre estarán para escucharte y ayudarte y por supuesto, nosotros también estaremos encantados de hacerlo si surge la oportunidad.

Crea recuerdos, aunque es bonito y necesario ver siempre al frente, en ocasiones echar la vista atrás y recordar lo afortunados que hemos sido también nos aporta un extra de energía que nos viene fenomenal para seguir disfrutando cada día.

En fin bebé, no te digo nada más, que no quiero que me conozcas ya como la tía plasta, te lo resumo muy sencillo: Vive y como siempre me dijo mi madre, tú abuela: “Tu única obligación es ser feliz”

Quérote.

 

Intolerante

Madre mía Lunáticos, hoy os traigo un temita que me toca de cerca por mi hermana y que a la pobre le descompone la vida, además en sentido literal.

Resulta que es intolerante a la lactosa. Ya veis, así de golpe uno piensa: «bueno, pues que tome leche sin lactosa y arreando», pero señores, no, porque la lactosa está en cosas inimaginables como la cerveza o el vino. ¡Noooo! No desayunar leche es pasable, pero que te quiten la cerveza o el vino ¡no tiene gracia en absoluto!

 

 

La bueno que tiene es que desde que le han diagnosticado la intolerancia, hace unos 5 años, se ha hecho una amante de la lectura, todo lo que cae en sus manos lo devora, da igual que sean los ingredientes de las galletas, que de la pasta, que de unos bombones. No hay alimento del que no haya leído componente por componente para saber si puede ingerirlo o no… Lo que suele ocurrir el 90 por ciento de las veces. Cuando acaba de leerlos y con su carita triste te dice que no puede, da mucha penita y claro, pues siempre hay quien le dice: «bueno, aunque no puedas tomarte los donuts tengo yogur natural, ¿quieres uno?» A lo que ella suele responder: “¿es sin lactosa?”. “Ay no claro… pero tengo un trozo de queso bien cremoso de vaca si quieres un cacho…” ¡¡Anda ya, vete a la mierda!!

 

 

Y es que la gente trata de animarla con sus típicas frases: «oye al menos así no engordas» o «pues cuando tengas estreñimiento te bebes un vaso de leche y a evacuar» pero cuando ya lo escuchaste 500 veces…¡pierde por completo la poca gracia que tenía!

 

 

Por no hablar de esos bares en los que preguntas si algo lleva lactosa y te contestan con un «No, no lleva gluten. Ah, ¿lactosa? No, yo creo que no lleva… No, no debe llevar» a lo que insistes que necesitas saberlo seguro pero siguen en sus trece sin ir a preguntar al cocinero y de repente escuchas que en la mesa de al lado hay una persona haciendo la misma pregunta que tú, vuestras miradas se cruzan y algo brota en vuestro corazón…¡Oh sí! … ¡Brota ese amor, esa amistad y esa unión para siempre que solo puede dar una intolerancia común!

 

 

A parte de todo esto, está la clásica situación en la que conoces a alguien nuevo, sale el tema, y con él la GRAN pregunta: «¿Y qué te pasa si la tomas?». Amigo, ahí quería yo llegar. Todos sabemos que el gran tabú en esta vida es la caca. Si. Todos tenemos gastroenteritis con dolor de barriga, vómitos… y «eso». Nadie tiene cagalera. Nadie tiene una diarrea de alicatado de baño. Si te pasas la noche vomitando das penita porque estás enfermo, pero si le dices a alguien que no paraste de hacer caca das como asquete. Así que, ahí está mi pobre hermana, delante de una persona nueva, sin confianza, que le hace la temida pregunta y ella tiene que contestar: «Bueno, verás….. Mi cuerpo no la tolera, así que vomito y ESO, ya sabes, je».

 

 

Para acabar sólo me queda por comentar la visa oro que te dan con el carnet de intolerante a la lactosa, ¿lo sabíais? Pues nosotras tampoco y os confirmo que no es cierto. Que a pesar de ser comida, alimentos básicos, siempre son bastantes más caros que los precios normales, al igual que les ocurre a los celíacos o a cualquier persona que tenga una intolerancia. Así que además de volverte loco buscando cosas que puedas comer, te vuelves loco para pagarlas.

 

 

Y es que ahora, fuera bromas, es un tema al que hay que darle visibilidad para que poco a poco todo sea más sencillo para la gente con problemas de alimentación y que el simple hecho de ir a cenar con unos amigos o pedir una pizza a domicilio no sea misión imposible!

 

Enero

Lunátic@s, con todas las bromas ya casi estamos a mediados de Enero.«Enero», cómo suena, ¿verdad? El mes más temido por todos, la hora de enfrentarse a la báscula, de intentar cumplir propósitos, la tan temida cuesta… Pero a mí todo eso os digo que me da absolutamente igual porque sólo hay algo que me paraliza cuando se empieza a acercar este mes y es que llegan los Reyes, empieza la rutina y yo tengo tres millones ochocientas mil puñeteras cajas de juguetes que meter en mi piso. Que oye, pequeño no es para lo que hay hoy en día, pero para montar dentro un Toy ‘r us tampoco está.

 

 

A los señores y las señoras que embalan los juguetes le digo: creo que deberían especificar en las instrucciones que para poder desembalar los juguetes no estaría de más disponer de un curso de «Desactivación de bombas y otros artilugios bajo presiones externas», porque yo me pregunto en qué carajo están pensando cuando deciden que es buena idea ponerle tres vueltas de celo a la caja, más una sirga plástica amputa dedos por encima que más de uno intenta romper tirando y tirando por no levantarse a por una tijera que finalmente tienes que ir a buscar y una vez que consigues acceder al contenido te encuentras que éste viene atornillado a unas plataformas plásticas a su vez atadas con cuerdas o plásticos tipo el del pan de molde a un cartón que es imposible de desencajar de la caja inicial. Los cojones señor@s, los cojones.

 

 

Mi Lunático mientras tanto no para de escalar por encima del afortunado que le haya tocado desembalar semejante joya, que suele ser su padre porque yo me niego, sin callarse un solo segundo. Y esto a golpe de las 7 de la mañana, sin desayunar y con la resaca del día anterior… Pues no gusta, no gusta ni un pelo, para que cuando por fin acabas te des cuenta que el juguetito de marras pone “pilas incluidas” pero, oh no, resulta que las que trae no funcionan y tú, en tu histeria colectiva de estos días te has olvidado de comprar unas por si acaso.

 

 

A todo esto, que me voy por las ramas, que pasa todo el rollo y te encuentras con una pila de cajas que roza el techo a las que tienes que dar cabida en tu hogar. Encima, en mi caso, suelo tener problemas para volver a meter tal cual venían las cosas en las cajas, así que ahora algunas son cuadradas, pero otras tienen forma de octaedro o lo que surja de tanto forzar para que me quepa todo y acaban reventando… Así que la solución que he encontrado es ponerle unos trocitos de celo y hacer como si no pasara nada, apilo todo en una esquinita e intento verlo como arte urbano, así gratis, una galería en mi dulce hogar.